La globalización intensiva de la economía mundial en pocos años ha generado muchos cambios sociales en las socialdemocracias occidentales, muchos positivos y muchos otros negativos.
Las democracias occidentales con la lógica de la apatía y el egoismo de sus dirigentes y el egoismo social imperante lógicamente no han compensado de forma justa a la sociedad de todas las desvantajas que ha generado a determinados sectores dicha apertura de la competencia.
Muchas empresas locales, muchos trabajadores privados y la gente joven en especial han percibido las mayores perdidas, por que el resto de agentes sociales han mantenido sus privilegios. Políticos, funcionarios, la gran empresa, y pensionista han mantenido su poder adquisitivo.
Así todo el ajuste económico lo han tenido que lidiar los pequeños empresarios y trabajadores privados, enfrentandose a una dura competencia y a unas multinacionales potentísimas que esquivan los sistemas fiscales y que además cuentan con un dominio tecnológico total.
Por lo tanto en los últimos años la precariedad laboral, los problemas de acceso a la vivienda se han mantenido e incluso han empeorado.
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