La democracia funciona con un sistema de partidos que compiten entre sí para ganar unas elecciones.
Ahora bien la democracia al final crean un sistema de bloques y de guerras internas dentro de los partidos y entre los partidos.
Ahora bien la democracia al final crean un sistema de bloques y de guerras internas dentro de los partidos y entre los partidos.
Los partidos son un conjunto de camarillas que compiten entre si dentro del partido por lograr el poder en el partido. Dentro los partidos en vez de cooperar y apoyarse a menudo lo que hay es un conjuno de puñaladas cruzadas.
Por otro lado si miramos en la mayoría de países hay guerras entre los partidos de derechas contra los de izquierdas, pero también entre los mismos partidos de derechas entre ellos y entre los partidos de izquierdas entre ellos.
También hay muchas guerras entre los partidos centralitas y los partidos regionalistas o independentistas en muchos países. Guerras interregionales.
Pero al final la práctica del día a día democrático es una especie de guerra total entre partidos. A la oposición le interesa desgastar al gobierno, y por lo tanto indirectamente saca rédito de los problemas del país, y de que no se resuelvan los problemas.
Por lo tanto la oposición puede tener la tentación de en vez de ayudar a buscar soluciones dedicarse a crear problemas al gobierno y por consiguiente al país.
Si la oposición ayuda al gobierno a que el país funcione mejor, cuando haya elecciones es muy probable que el mérito electoral se lo lleve el gobierno, por lo tanto es muy probable que la oposición junto con sus medios de comunicación afines se dediquen a crear problemas al gobierno y lo que es peor a crear problemas al país.
Por lo tanto las democracias funcionan como sistemas políticos de solución de problemas, pero en buena medida también de creación de problemas.
Si no se crean problemas y si los problemas no perduran se acaba con el negocio político.
Si el país funciona muy bien la oposición no tiene nada que hacer. Si un país funciona muy bien la política pierde valor de ser y los políticos pierden su trabajo y su protagonismo mediático y social.
También hay muchas guerras entre los partidos centralitas y los partidos regionalistas o independentistas en muchos países. Guerras interregionales.
Pero al final la práctica del día a día democrático es una especie de guerra total entre partidos. A la oposición le interesa desgastar al gobierno, y por lo tanto indirectamente saca rédito de los problemas del país, y de que no se resuelvan los problemas.
Por lo tanto la oposición puede tener la tentación de en vez de ayudar a buscar soluciones dedicarse a crear problemas al gobierno y por consiguiente al país.
Si la oposición ayuda al gobierno a que el país funcione mejor, cuando haya elecciones es muy probable que el mérito electoral se lo lleve el gobierno, por lo tanto es muy probable que la oposición junto con sus medios de comunicación afines se dediquen a crear problemas al gobierno y lo que es peor a crear problemas al país.
Por lo tanto las democracias funcionan como sistemas políticos de solución de problemas, pero en buena medida también de creación de problemas.
Si no se crean problemas y si los problemas no perduran se acaba con el negocio político.
Si el país funciona muy bien la oposición no tiene nada que hacer. Si un país funciona muy bien la política pierde valor de ser y los políticos pierden su trabajo y su protagonismo mediático y social.
Por lo tanto la política actual intentará vendernos que quiere resolver los problemas del país pero al mismo tiempo intentarán perpetuarlos, para poder seguir viviendo de la política.
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